Reflexiones al borde del camino

El niño de Belén

Por 21/10/2017diciembre 23rd, 20237 Comentarios

Podemos considerar, en el mejor de los casos, la Navidad como una bonita expresión de buenos deseos basados en la inercia, pero pensando que lo que ocurrió en Belén hace dos mil años no es más que un mito, un bonito cuento, precisamente de Navidad.

Hay otro camino: pararnos y considerar con toda la seriedad de aquél que sabe que la vida le va en ello, la historicidad de unos documentos vivos, que se guardaron celosamente a través de los siglos (hace ya unos cuantos que tienen forma de libro) y que se llaman los evangelios… y pensar en ese niño que nació en Belén:

Del que sería niño de Belén, de Jesús, hay unas 180 profecías a él referidas en la Biblia. Docenas de ellas se han cumplido ya con una exactitud escalofriante, lo que contribuye a pensar que lo que la Biblia dice es verdad.

El niño de Belén creció y nos enseñó que nuestros propios inventos religiosos, que mantenemos con orgullo junto con muchas de nuestras tradiciones, pueden terminar por tapar lo que realmente Dios desea… Todo ello por no habernos detenido a contrastar nuestras ideas con el guión original…

El niño de Belén, cuando creció, dijo ser la luz del mundo y el único camino que puede llevarnos al Padre, excluyendo las demás rutas…

El niño de Belén, cuando creció, dijo que el que le había visto a él, había visto al Padre. Porque con todo esto, tenemos ante nosotros uno de los grandes misterios: Dios hecho hombre por amor.

El niño de Belén, cuando creció, extendió sus brazos ofreciéndose a todos y a cada uno, en la cruz en la que fue clavado, en el lugar donde debíamos haber estado nosotros por todos nuestros fracasos y pecados, que nacen de rechazar a Dios.

Por lo que el niño de Belén, cuando creció, dijo ser el Salvador del mundo, cosa que sólo se dice si uno está afecto de psicosis, de megalomanía… o si es verdad. Dijo que la humanidad necesitaba de dicha salvación y que este no es asunto de hace siglos, sino una necesidad perpetuamente presente… y que daba su vida para poder rescatar a muchos de un mal destino y de un camino de frustración y sin sentido.

Se trata, pues, de que no nos quedemos con el histórico Cristo español de algunos, que se limita al pesebre o al terriblemente ensangrentado, sino de tener presente la alegría de saber que está vivo entre nosotros y que puede milagrosamente formar parte de nuestra vida, estar en nosotros, darnos una nueva esperanza, una fuerza para vivir, un nuevo amor para con Él y para con el prójimo y, en definitiva, darnos vida eterna. Para eso vino al mundo el niño de Belén. La verdadera Navidad feliz sólo tiene lugar cuando le decimos «sí, creo en tu persona y en tu mensaje» a Jesús.

«Os ha nacido un Salvador: Cristo el Señor» (Lucas 2:11)

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