¿Qué clase de persona tendría un amor tan fuerte que podría amar a sus enemigos? ¿Qué clase de amor lograría conciliar la justicia y el perdón?
Imagina un amor perfecto.
Un amor paciente cuando eres impertinente.
Un amor que perdona siempre, pero sincero con tus defectos; e incluso cuando los conoce, está ahí.
Imagina un amor que echa fuera el temor, en el que no caben las dudas.
Un amor que conoce tus agobios, tus miedos, tus fracasos, y aun así: no se mueve de tu lado.
Imagina un amor desinteresado, que busca tu bien y que no es egoísta.
Alguien que te dice la verdad queriendo lo mejor para ti, sin imponer su voluntad, mostrándote el mejor camino, por tu bien.
No es alguien que en nombre de la verdad te destruye, sino que te muestra en un espejo cuál es tu error y se ofrece para remediarlo y darte la solución.
No falta a la justicia, su grande amor, porque ¿quién podría confiar en alguien que en nombre del amor abraza la injusticia? ¿quién podría confiar en alguien que tiene manga ancha en perdonar, sin que alguien pague el precio de la deuda, o la condena del mal?
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