A la salida de un concierto, una multitud se agolpa y quien consigue un selfie se lo pone de perfil en Instagram.
Esperando una cola interminable se agolpa una multitud, para sentirte afortunado por conseguir una foto con un futbolista famoso…
Seguramente, si en la época de Jesús hubieran existido los selfies, muchos se hubieran sacado una foto con el multiplicador de pan, con el resucitador de muertos, el hombre que sanaba enfermedades o el que andaba sobre el mar. Estoy segura de que tú habrías querido uno, al igual que yo. Pero ¿con el “Rey de los judíos” como recitaba aquel cartel de la cruz? (Juan 19.19) ¿Quién querría ahora?
Cuando sigues a un famoso en redes, o a un influencer (se llaman así porque marcan tendencias, de peinados, moda e incluso de ideología), ellos no te conocen, mucho menos saben tus gustos, tus miedos, tu pasado, tus sueños…Y a la inversa, cuando tienes seguidores ellos solo saben de ti lo que tú les dejes ver, tu lado bueno, las comidas maravillosas que comes, con quién estás, o dónde has estado de vacaciones. Pero no conocen tu realidad, mucho menos tus miedos o pecados.
Cuando decides seguir a Jesús, Él sabe todo de ti, y no solo quiere que veas sus milagros, de los cuales te quiere hacer testigo, no solo quiere que descubras quién es Él en realidad, sino quiere hacerte partícipe de su muerte, esa que te dio la vida. Quiere que seas partícipe de su resurrección y de su casa cuando venga a buscarnos.
Que tu selfie sea con Jesús, porque en tu perfil destaques por la persona con la que estés; por ejemplo, si te hicieras una foto con Antonio Banderas, todo el mundo diría: -¡Qué “guay”, ha estado con Antonio Banderas!- Nadie, al mirar la foto diría: – ¡Qué afortunado Antonio Banderas que se ha hecho una foto con Pepe! Y aunque no vayas a tener una foto física con Jesús, cuando le sigues, que se refleje en tu vida, redes sociales, pensamiento, motivaciones y eso lleve a los demás a decir: – ¡Cómo se nota que ha estado con Jesús!-
Un ejemplo de ello es Pedro, al final de los evangelios, vemos a un Pedro que se creía valiente y fuerte (Lucas 22: 31-34), pero acabó negando a su maestro (Lucas 22: 54-62). Sin embargo, poco
Pero ante el horror de un hombre demacrado en una cruz, desfigurado por los golpes y con dificultad para respirar, solo están tres mujer de las cuales una era su madre, y uno de sus discípulos (Juan 19.25-26 ) ¿Dónde estaban los demás amigos?
después de la ascensión de Jesús al cielo y después que descendiera el Espíritu Santo, vemos un cambio radical. Pedro se encontraba en Jerusalén, y estando con Juan en la puerta del templo sanaron a un cojo de nacimiento. Esto causó mucho revuelo, ante lo cual Pedro hace un reconocimiento de Aquel que era el Autor del mismo, frente a la admiración del pueblo por lo que acababa de suceder (Hechos 3). Dice algo que podría mosquear bastante a aquellos que habían ido a por Jesús: “Más vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida…” (vss. 14-15a) El discurso siguió, enseñando al pueblo sobre la muerte y resurrección de Jesús. Sin embargo, tuvo consecuencias. En el capítulo de Hechos 4, unos versículos después, Lucas narra cómo les echaron mano y los pusieron en la cárcel, v.3.
Al día siguiente, después de pasar la noche en la cárcel, les llamaron para interrogarles, con todos los “peces gordos” aquellos que podían soltarles, o no hacerlo. Pero no por ello Pedro se achanta, lleno de Espíritu Santo, les responde a las preguntas. Exponiendo todo lo ocurrido con Jesús, dejando claro algo “y ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos” Hch 4.12. ¡Vaya reconocimiento! y El versículo 13, me deja perpleja “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” No solo lo que decía sobre Jesús, que eran verdades esperanzadoras y llenas de hechos que ellos mismos habían vivido, sino que su propia manera de ser y hablar, apuntaban a Jesús. ¡Qué pasada!
¿Y tú? Cuando ven cómo te comportas ¿reconocen que has estado con Jesús? Y lo que dices, tus motivaciones, tus redes sociales ¿Tu selfie es con Jesús?
Con Jesús encontraras tú mejor yo, porque Él te mostrará en libertad quien eres.
Si aún Jesús no es tu salvador, recuerda el versículo de Hechos 4.12. El mayor problema que tiene el ser humano es el pecado, y solo hay un Salvador, Jesús. Y quiere salvarte, si le sigues, será parte de tu vida; Él ya te conoce, tus miedos, tus sueños y las cosas que no quieres que nadie sepa. Dios ya lo sabe y a pesar de ello, te ama, y quiere tener una relación personal contigo.
Y si eres Hijo de Dios, piénsalo y, ¡QUE TU SELFIE SEA CON JESÚS! Y que todos quieran ir ante la presencia accesible de Dios, porque al mirarte, vean a Aquel que te salvó.