¿Es la Biblia un conjunto de documentos poco fidedignos? Esta aseveración ha sido el tema de cientos de libros y artículos y, por supuesto, no se puede dar una respuesta completa aquí. Sin embargo, expondremos unos cuantos puntos que deben ser tomados en consideración.
En primer lugar, los eruditos contemporáneos han datado las Escrituras del Nuevo Testamento entre 50 y 100 años d. C.. Tan sólo de 20 a 70 años después de que se produjeran los acontecimientos que en ellas se relatan. Esto significa que es muy posible que el Nuevo Testamento fuera escrito por los testigos oculares de los sucesos registrados o por personas muy allegadas a ellos , conservando así un grado aceptable de exactitud.
En segundo lugar, tenemos mejores y más antiguos manuscritos del Nuevo Testamento que de cualquier otra obra literaria de la antigüedad. El Nuevo Testamento más antiguo que poseemos (El Codex Sinaiticus) fue copiado alrededor de 250 años después de que se escribiera el original. Como contrapartida, el manuscrito más antiguo del historiador Plinio el Joven data del año 850 d.C., 750 años después de que fueran escritos por Plinio. Las copias más antiguas que poseemos de las obras de Aristóteles son del año 1100 d.C., o sea, mil cuatrocientos años después de su composición original. No resulta, por lo tanto, muy lógico considerar que poseemos una copia fidedigna de la Metafísica de Aristóteles mientras que la copia del Nuevo Testamento no lo es.
En tercer lugar, disponemos de más de 13.000 copias que se han conservado de diferentes porciones del Nuevo Testamento (incluidos varios miles de Nuevos Testamentos completos) que datan de las épocas antigua y medieval. Cerca de 5.000 de esos ejemplares están escritos en el griego original. Por tanto, existe una elevada probabilidad de aproximación a los documentos originales. Las mejores traducciones modernas de la Biblia están cuidadosamente basadas en estos originales.
Haciendo ahora referencia al Antiguo Testamento, los manuscritos del Mar Muerto fueron descubiertos en el año 1947. Datados entre el 150 a.C. y el 150 d.C., estos manuscritos contienen extensas porciones del Antiguo Testamento. Su antigüedad data de 700-1.000 años antes que los manuscritos más antiguos que se habían encontrado hasta esa fecha. Excepto en algunas pequeñas variaciones (generalmente a nivel ortográfico), el texto de estos manuscritos es idéntico al texto de los más recientes. Es una importante evidencia de que el texto ha sido transmitido con gran exactitud. Indica, por lo tanto, que los manuscritos que poseemos del Antiguo Testamento son del todo fiables.
Por último, la evidencia arqueológica tiende a confirmar más que a refutar las narraciones bíblicas. William f. Albright, uno de los arqueólogos más destacados, escribe: “No puede haber duda de que la arqueología ha confirmado la considerable historicidad de la tradición del Antiguo Testamento … la arqueología nos facilita cada vez más la posibilidad de interpretar cada fenómeno y movimiento religioso en el Antiguo Testamento a la luz de sus fuentes y trasfondo reales.” [1]
Decir, pues, que la Biblia nos es fiable o que es poco fidedigna, es un dogma no basado en la evidencia. La Biblia está entre los documentos antiguos más fidedignos.
[1] Albright, William D. Archaeology and the Religion of Israel. (Baltimore: The John Hopkins Press, 1968; pp. 176-177)