Somos una comunidad de cristianos, es decir, seguidores de la persona y de las enseñanzas de Jesús de Nazaret, según son narradas en los evangelios y desarrolladas en el resto del Nuevo Testamento.
Esa identidad de raíz evangélica se inscribe, además, dentro del movimiento protestante español, en el marco de las denominadas Asambleas de Hermanos.
Somos gente sencilla, normal, con las preocupaciones y alegrías de todo ser humano, pero que han aceptado el mensaje que el propio Jesucristo dio de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre” (Evangelio de Juan 14:6) de modo que reconocemos en Cristo la única vía para conocer a Dios. Creemos que al morir en la cruz, Jesucristo estaba dando su vida por nosotros, muriendo en nuestro lugar (Colosenses 1:19-23 y 2:13-15) y que se es cristiano cuando se acepta esto, partiendo del reconocimiento sincero de que nos hemos equivocado de lleno viviendo de espaldas a Dios, por lo que necesitamos del perdón que nos ofrece a manos llenas (Lucas 23:39-43). En realidad, cuando esto ocurre, una nueva vida florece en nuestro interior, (lo que Jesús llamó “un nuevo nacimiento”), sin el cual no se puede ser cristiano, según los términos en los que habla la Biblia (Evangelio de Juan 3:7) Una vida en la que experimentamos constantemente el amor que Dios tiene hacia nosotros, del cual nos puede llenar y, así, darlo a otros (Romanos 5:5). Somos, pues, gente normal y corriente, pero que ha encontrado en Jesucristo el verdadero sentido de la vida. Hemos comprendido que ser cristiano no es serlo de nombre, tan sólo como un elemento cultural más, sino serlo de corazón. No se es cristiano, según la Biblia, sin un encuentro personal con Jesucristo, como el que tuvo el apóstol Pablo (Hechos 9) No se es cristiano sin convertirse a Dios, y, eso, con toda sinceridad y humildad, es lo que hemos experimentado y queremos transmitir.