En ocasiones pareciera que la sombra se ciñe sobre nosotros. Las tinieblas nos alcanzan.
La oscuridad nos sobrecoge el corazón, nos llena de angustia y en muchas ocasiones va acompañada de miedos.
Entre las sombras se encuentra el peligro que no podemos ver los más dolorosos recuerdos o los más tenebrosos secretos.
Cuando somos pequeños esto se puede notar porque por la noche nos encanta tener luz, o por los caminos oscuros aferrarnos a la mano de nuestros padres, o queremos que nos cojan entre sus brazos. Esto ocurre porque la sombra la afrontas de la manera correcta.
En nuestras vidas muchas veces los problemas nos llevan a vivir en la penumbra, a la sombra de una pérdida, de un trabajo agotador, de una constante comparación con otras personas…
Sin embargo, como los niños, podemos llenarlo todo de luz o escondernos bajo la protectora sombra de quien es nuestro lugar seguro.
La luz de las promesas de Dios, de su bondad y la paz que Él nos quiere dar.
La luz de su verdad, que disipa nuestras dudas, aclara la realidad y nos hace caminar en el buen camino.
La luz de su amor, que nos da valor, quita sombra de la comparación, de la duda…
La luz de su perdón, porque por muy oscuros que sean tus secretos, por muy tenebrosos que sean tus pensamientos, Dios los sabe y aún así quiere estar contigo y perdonarte.
La luz de su compañía, porque todo buen regalo viene de su mano, del Padre de las luces, Él que no cambia, ni varía.
En una ocasión un granjero comenzó a oler a quemado, corrió por toda la granja y por fin halló el foco del incendio: el corral. Cuando por fin pudo apagar el fuego, se dio cuenta de que muchas de las gallinas estaban a salvo. Sin embargo, se percató de que no veía, ni oía a ninguno de los polluelos recién nacidos, cuando se acercó dentro, a la caseta, vio a la gallina allí, cuando la movió estaba inerte, pero comenzó a oír a los pollitos salir de debajo de su madre, sanos y salvos.
Esos pollitos vivieron porque su madre les refugió bajo la sombra de sus alas, poniendo su vida por ellos.
¡Qué bueno saber que Dios puede llenar todo de Luz, pero también cobijarnos bajo sus alas!
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente” Salmo 90:11
“Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré” Salmo 63:7
“¡Cuán preciosa, oh, Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas” Salmo 36:7
Por eso, cuando vengan las sombras en la vida, recuerda que El venció a la oscuridad y qué bajo su sombra, estarás seguro.